A menudo creo que hoy en día en muchas ocasiones perdemos la capacidad de sorprendernos. Pues bien, aquí estoy, sorprendiéndome a mi misma y empezando un blog donde espero dejar entrever mi manera de observar el mundo.
El otro día, viendo En tierra hostil de Kathryn Bigelow, me di cuenta de algo muy importante. Conforme crecemos perdemos la capacidad de sorprendernos, de encantarnos con cualquier cosa, de conformarnos y limitarnos a vivir y a ser felices. Cuando somos pequeños todo nos parece maravilloso, nuestros padres son muy sabios, nuestros amigos divertidos y todo lo que poseemos es un mundo. Pero con el paso del tiempo todo eso cambia y nos damos cuenta que ni nuestros padres son tan sabios, ni nuestros amigos son siempre divertidos y que más allá de lo que poseemos, está el mundo.
Evidentemente no vamos a conformarnos, así que mi solución es encontrar esa magia en las pequeñas cosas, en los gestos del día a día que nos cambian la vida. Aunque ni lo percibamos, nuestro día puede empezar con el simple intercambio de una sonrisa en el tren o el “Que tengas un buen día” de las personas con las que convives. Por eso yo me siento afortunada, porque a mi lado tengo a una persona que nunca perderá la capacidad de sorprenderme, pase el tiempo que pase.
«Sorprenderse, extrañarse, es comenzar a entender». José Ortega y Gasset